20 de Junio - Día de la Bandera 

Elradardelsur.tv-20/06/2020

Como todos los años, cada 20 de junio se conmemora en Argentina el Día de la Bandera, en honor a su creador Manuel Belgrano. Este año es especial ya que se cumple el bicentenario de su fallecimiento. 

La fecha fue decretada por la ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso por el entonces presidente de la Nación, Roberto M. Ortíz. 

A partir del año 2011, por decreto nacional, dicho feriado se consideró inamovible.

UN POCO DE HISTORIA

En medio de las batallas por la Independencia de la Corona española, el general Manuel Belgrano entendió que existía la necesidad de crear un emblema para distinguir a los ejércitos patrios de las tropas enemigas y que diferenciara al país naciente de todas las naciones.

Deseaba que sus soldados tuvieran un símbolo propio que les recordase su juramento de dar la vida por la Patria.

Inspirado en su anterior creación, la escarapela, que nació en 1812 e instituida por decreto del Primer Triunvirato del 18 de mayo e inspirado en el manto de la Virgen, dio vida a la bandera celeste y blanca.

Esa primera bandera que tenía dos franjas verticales, una celeste y otra blanca, fue enarbolada por primera vez en Rosario en dos baterías de artillería ubicadas en orillas opuestas del río Paraná.

Más tarde, fue establecida por el Congreso de Tucumán como símbolo patrio mediante ley el 26 de julio de 1816: se la dividió en tres franjas horizontales de igual tamaño, de color celeste la superior e inferior y de color blanco la central, a la que se le agregó por ley el llamado Sol de Mayo.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano falleció el 20 de junio de 1820, luego de que la hidropesía que lo había enfermado meses antes, consumiera completamente su salud.

En sus últimos días, Belgrano estaba sumido en la más absoluta pobreza. 

Tal como fue su última voluntad, el cuerpo del general fue amortajado con el hábito de los dominicos y llevado al Convento de Santo Domingo donde quedó sepultado en un atrio.

Debido a las carencias económicas de su familia, la lápida de la tumba fue improvisada con el mármol de una de las cómodas de la habitación de Miguel, hermano de Manuel.
 
Una de sus últimas frases fue “Sólo me consuela el convencimiento en que estoy, de quien siendo nuestra revolución obra de Dios, él es quien la ha de llevar hasta su fin, manifestándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a su Divina Majestad y de ningún modo a hombre alguno”.
 

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