Elradardelsur.ar – 30/08/2022
El intendente -Andrés Watson- junto al director general de Cultura y Educación bonaerense -Alberto Sileoni- protagonizaron una ceremonia tanto de reparación como formación de legajos pertenecientes a Néstor Arrua, Mirta Gerelli y Guillermo Di Bastiano, desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.
Realizado por primera vez en una escuela -la Primaria Nº15 de Villa del Plata-, el intendente calificó al encuentro como “un suceso histórico, absolutamente reivindicatorio para todas aquellas personas que lucharon por un país diferente” y expresó su “profundo respeto a las familias”.
Instó a “sostener en el tiempo los ideales que ellos defendían para construir una Nación más justa, libre y soberana”. En ese contexto, subrayó la trascendencia de renovar una responsabilidad colectiva “porque un acontecimiento de esas características no debiera replicarse nunca más en la Argentina”.
“En Florencio Varela, siempre estuvimos interesados en reconstruir la historia de nuestros vecinos e incluso de quienes adoptaron nuestro distrito como propio y fueron secuestrados durante ese proceso por quienes ejercían el poder a través de las armas”, aseveró.
Sileoni reflexionó sobre “un acto de Justicia a fin de no olvidar ni repetir un pasado del cual fuimos todos hijos e hijas de los 30.000 desaparecidos”. Luego, resaltó el compromiso de “los homenajeados por su involucramiento en la política: desde realizar ollas populares para comprar libros hasta alfabetizar chicos de las villas”.
El funcionario remarcó que en los establecimientos de formación “circuló la vida, las opiniones, la concreción de Cabildos para estudiantes, la conversación; es decir, la Democracia”. Enfatizó en la importancia de recordar “el pasado próximo del terrorismo de Estado, tal como lo indicó la Ley Nacional de Educación. Las aulas fueron las depositarias de la memoria axiológica de la Patria”.
La directora del establecimiento anfitrión -Cintia Oviedo- rememoró “a los maestros detenidos desaparecidos, a quienes quisieron callar porque sus palabras tenían poder para invitar a repensar la realidad”. A su vez, resaltó la función pedagógica en las instituciones, pero también en la posibilidad de “mirar las injusticias sociales” por “una comunidad mejor mediante la participación ciudadana”.
La Dirección General creó la Comisión de la Verdad Histórica para, una vez reconocidos los casos de desapariciones o acciones indebidas contra los trabajadores del sector, realizar los trámites necesarios de reparación o rectificación de todos sus estados administrativos.
La representante de entidades gremiales por mencionada Comisión -Patricia Romero Díaz- reveló: “Conmovida porque este suceso ocurriera en este partido”. Asimismo, apreció “recuperar un gobierno que hizo de los derechos humanos una política de Estado” para junto al Ejecutivo provincial restaurar el valor simbólico y finalizar “la mentira que instaló el régimen dictatorial que manchó la foja de nuestros compañeros”.
Promovió revivir en los salones “las biografías de los maestros, rescatar los sueños que sentían, vivían, querían y luchaban por un país más justo económica y socialmente donde toda la ciudadanía viviera dignamente”.
Recuperar la historia
Néstor Arrua fue desaparecido el 3 de julio de 1978 a los 26 años de edad. El 28 de junio, mediante un telegrama que recibió en su domicilio, fue notificado que quedaba cesante en el cargo. Una semana después, fue secuestrado en su casa, frente a sus hijos y su esposa embarazada.
Nicolás -su hijo- agradeció el homenaje “porque no cualquier administración estuvo dispuesta a hacer este tipo de actos”. “Mi viejo, formado en el Normal 1, estudiante de la carrera de Historia en la Universidad de La Plata, comenzó a trabajar justo cuando inició la Dictadura como preceptor en Berazategui; luego, como maestro de grado en la Primaria Nº15 de Florencio Varela”, narró.
Efectuó un pormenorizado relato sobre la biografía de su padre, los sucesos que lo identificaban, desde su formación, vínculos, ideología, incluso el recuerdo de personas que coincidieron con él en los centros clandestinos de detención.
“Le aplicaron la Ley de Prescindibilidad que utilizaban para la depuración de los agentes del Estado sospechados de actividades subversivas bajo el pretexto de racionalizar. Recibió una misiva que no solo lo despedía sino que lo inhabilitaba por cinco años a ejercer la docencia”, detalló.
Para concluir, afirmó: “Elegí recordarlo por lo que hizo, por sus apuestas políticas, su compromiso, sus errores y aciertos. Eso también impactó en mí. No me considero hijo de desaparecidos. Nunca me identifiqué así, sino como el hijo de alguien detenido desaparecido, un matiz imperceptible tal vez, pero no para mí porque nunca me consideré víctima”.