Elradardelsur.tv-05/07/2019
Las medidas de fuerza de al menos tres gremios aeronáuticos kirchneristas están provocando cancelaciones y demoras en los vuelos dejando miles de personas varadas en Ezeiza y Aeroparque.
Ya hay alrededor de más de 5.000 pasajeros afectados, entre ellos Susana, quien debía viajar a Tucumán desde Aeroparque. Y es que su hija de 14 años está internada en el Hospital Garrahan, necesita un marcapasos y la obra social no se lo habilita.
Por eso a las 9 de la mañana de este viernes tenía que estar en los Tribunales de Tucumán antes del fin de semana largo, para destrabar el trámite.
En principio le dijeron que la iban a ubicar en un vuelo de Austral que tenía previsto partir normalmente. Sin embargo, eso no sucedió. Tal fue el enojo por la desesperación que reaccionó en el mostrador de la aerolínea.
¿Pero quién está detrás de esta medida?
La decisión de Pablo Biró, el titular de APLA, el sindicato de pilotos, de "dar la lucha" contra la política aerocomercial del Gobierno, o contra el Gobierno y punto, no es una novedad. Y es que la viene anunciando desde diciembre de 2015.
Tanto APLA como APA, el gremio que agrupa al personal de tierra, forman parte de las medidas de fuerza encubiertas de este viernes.
También están los Aeronavegantes, identificados políticamente tanto con Facundo Moyano como con Sergio Massa.
Sin embargo, Ricardo Cirielli, un gremialista peronista, no adhirió, pese a haber condenado la política del Gobierno. Tampoco el gremio que agrupa a los pilotos de Austral, UALA. No es la única brecha entre los pilotos, también se encuentra una fuerte división entre muchos pilotos de LATAM Argentina y la conducción de APLA.
La postura de APLA contra al gobierno de Macri siempre fue política. Una semana antes de que asumiera Macri, Biró apuntó que Gustavo Lopetegui, por entonces flamante ex CEO de la aerolínea LAN, "manejaba" la política aerocomercial y que esta iba a ir en detrimento de Aerolíneas Argentinas.
Hacia 2017, cuando el dólar todavía costaba menos de 20 pesos y con la "revolución de los aviones" se otorgaron nuevas rutas y las aerolíneas comenzaron a traer más aviones, Biró se quejó porque no había suficiente cantidad de pilotos profesionales en la Argentina para atender semejante demanda. Entonces amenazó con que APLA no iba a permitir que fueran reclutados pilotos "en los aeroclubes".
Luego vino la devaluación y las aerolíneas se vieron afectadas como pocos sectores en el país. Los precios del cabotaje no sólo eran en pesos, sino que la competencia de las "low cost" las había llevado a todas a una guerra de tarifas que era insostenible contra los costos en dólares del combustible y del alquiler de los aviones.
Todas las líneas aéreas crujieron puertas adentro, pero las "low cost" siguen volando a pérdida, buscando ganar participación de mercado. Esa situación sirvió para alinear a la totalidad de los gremios aeronáuticos, no sólo a los más combativos como APLA, contra la política del ministro Guillermo Dietrich, que es la política del presidente Macri, quien estuvo en la salida del vuelo inaugural de JetSmart, en el aeropuerto de El Palomar.
Tanto las "low cost" como la instalación de la estación de El Palomar como el tercer aeropuerto de la región metropolitana fueron iniciativas que el Gobierno empujó contra la resistencia de los gremios.
Pero es el mismo Gobierno que el año pasado auxilió a Aerolíneas Argentinas con 200 millones de dólares y que les otorgó a los gremios aumentos salariales ajustados por inflación. Y que con toda seguridad, volverá a hacerlo este año.
Las estadísticas del Gobierno arrojan que nunca voló en avión tanta gente como ahora, con alrededor de 30 millones de pasajeros anuales y con más cantidad de pasajeros transportados en vuelos de cabotaje que en los internacionales.
Pero todas las aerolíneas trabajan a pérdida y sólo las que tienen respaldo financiero externo, ya sea por sus accionistas o por los subsidios del Estado, pueden aguantar.
En el último año se cayó la totalidad de la operación de LASA; Andes devolvió todos los aviones que alquilaba y Avianca Argentina primero postergó planes de expansión y finalmente dejó sus aviones en tierra.
Aerolíneas, que supuestamente iba a tener déficit cero, cerró 2018 con una pérdida de casi 600 millones de dólares (los subsidios del Estado fueron US$ 200 millones, pero el balance en rojo fue de 21.800 millones de pesos).
Por su parte, LATAM Argentina ya había cerrado rutas, pero además tiene un avión viejo para cubrir la ruta a Miami que no va a renovar y que está generando un conflicto aparte dentro mismo del gremio de los pilotos.
Las únicas aerolíneas que se siguen expandiendo son las "low cost": Flybondi, Norwegian y JetSmart. Sus costos son en dólares y sus ingresos son en pesos, igual que para las demás.
Pero sus accionistas han decidido aguantar y seguir volando a pérdida, con tal de ganar participación de mercado. Un tipo de capitalismo salvaje que, para colmo, funciona con trabajadores muy jóvenes que no se están afiliando a los gremios. En los últimos paros de la CGT, Flybondi realizó casi todos sus vuelos sin inconvenientes.
Sin embargo, dentro de las aerolíneas convencionales, apareció una carta firmada por 164 pilotos de los casi 230 que trabajan en LATAM Argentina que le solicitan a Biró que convoque de manera "urgente" a una asamblea extraordinaria para tratar el tema del "Aircraft Interchange Agreement".
Esta cuestión significa trata sobre los pilotos argentinos de LATAM que quieren empezar a volar, ellos, aviones Boeing B767 de matrícula chilena. Y le plantearon a Biró que si APLA no les deja las manos libres para decidir sobre ese tema, la ruta a Miami de LATAM Argentina se caerá a partir de 2020. Porque el único B767 de matrícula argentina quedará obsoleto para las regulaciones de Estados Unidos. Y los pilotos se quedarán sin trabajo. Y en este caso, APLA pueda salir a culpar al Gobierno.